La polarización no es solo un fenómeno cultural, político y económico. Es el resultado de la división de la mente (que por cierto está dividida en dos hemisferios) y que debe trabajar para integrarse, señala el columnista.
La polarización no es solo un fenómeno cultural, político y económico. Es el resultado de la división de la mente (que por cierto está dividida en dos hemisferios) y que debe trabajar para integrarse, señala el columnista.

El mundo está enfermo. El nivel de violencia inhumana que hemos visto en las últimas semanas realmente desgarra el corazón. Esto no es solo un problema de religiones, de política, de derechas e izquierdas, de poder e intereses; aunque ciertamente todo eso está incluido, es también un asunto de enfermedad mental. La humanidad está amenazada.

Dante Alighieri decía que los más oscuros rincones del infierno están reservados para aquellos que mantienen la neutralidad en tiempos de crisis moral (y le sumaría mental y espiritual).

Y uno a veces se pregunta: “¿Qué puedo hacer? Ni siquiera entiendo bien el conflicto”. Siempre se puede hacer algo.

Uno puede sumar su granito de arena, con sus conocimientos, apoyo moral, escucha, contención, dinero, tiempo, o al menos informándose bien para entender lo que está pasando y no emitir opiniones desinformadas que duelan aún más. Einstein decía que el mundo es un lugar peligroso no solo por los que hacen el mal, sino por los que no hacen nada para detenerlo.

La indiferencia siempre es lo peor. La desconexión. Porque es un solo mundo, una sola casa, y nosotros no somos los dueños, sino los invitados.

La palabra ‘idiota’ fue definida por los griegos hace miles de años así: “Aquel que se preocupa solo por sus negocios y asuntos personales”.

La polarización no es solo un fenómeno cultural, político y económico. Es el resultado de la división de la mente (que por cierto está dividida en dos hemisferios) y que debe trabajar para integrarse. De lo contrario, caemos en la ignorancia, en la falta de empatía, en el fanatismo o en la creencia de que nuestra visión de la realidad (la realidad siempre es más grande que nosotros) es la única correcta y acertada.

Me vienen más que nunca las palabras de Mercedes Sosa en su hermosa canción “Solo le pido a Dios”: “Que lo injusto no me sea indiferente, que la guerra no me sea indiferente, que la pobreza no me sea indiferente”.