En un artículo publicado hace pocos días, el ministro de Economía, Kurt Burneo, ha señalado su preocupación por los indicios de enfriamiento de la economía que, eventualmente, podrían derivar en una recesión. Pero, ¿qué tan probable es que la economía peruana entre en una recesión, definida como un evento que se caracteriza por contracciones consecutivas y severas del PBI, destrucción de empleo y deterioro de los balances de familias y empresas? Esto depende de la probabilidad de que se materialicen eventos disruptivos y de la intensidad con que se vería afectada la economía.

A pesar de la volatilidad e incertidumbre que vienen generando factores externos y locales, a corto plazo, la mayoría de analistas considera que la probabilidad de una recesión económica en Perú (en el sentido de caída severa de la actividad con destrucción significativa del empleo) es moderada o baja.

Por el contrario, lo que sí se percibe como una situación más probable es que se mantenga la desaceleración de la economía. En el fondo, lo que estamos presenciando es un proceso de convergencia hacia la tasa de crecimiento sostenible de nuestra economía, el cual podría estar entre 2.0 y 2.5%. Una tasa alrededor de estos niveles es muy baja para atender adecuadamente las urgentes necesidades de empleo, mejores servicios públicos y prosperidad que tienen los ciudadanos. El problema es que estamos cayendo en una trampa de bajo crecimiento debido a la falta de inversión y la mala calidad de las políticas públicas. La inversión está contenida por el entorno actual de alta incertidumbre vinculada a la confrontación política, la retórica antiempresa y el deterioro de la institucionalidad. Las malas políticas públicas (como las nuevas normativas que afectarán el mercado laboral, que también deterioran la confianza) están impactando negativamente sobre nuestra productividad.

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El ministro Burneo ha anunciado que viene preparando un plan reactivador. Pero esto solo sería un elemento inicial que deberá ser complementado por el sector privado. Si esto no ocurre, por la falta de confianza, el esfuerzo fiscal que eventualmente se despliegue no será suficiente. Y recuperar la confianza no solo dependerá del MEF, sino de todo el gabinete y del gobierno en general. Finalmente, para revertir una tendencia de bajo crecimiento secular, se necesitan medidas por el lado de la oferta de la economía (“reformas”) que impulsen la productividad.

Entre 2003 y 2013, la economía creció a ritmo promedio anual de alrededor de 6%. A esa tasa la capacidad adquisitiva promedio de los peruanos se igualaría a la que tienen los chilenos hoy en unos 13 años. Si nos quedamos en tasas alrededor de 2%, necesitaremos 70 años. ¿Queremos eso?

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Audio Alejandro Sánchez
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