[OPINIÓN] Joaquín Rey: “Atropello monumental”. (Foto: Luis Miranda)
[OPINIÓN] Joaquín Rey: “Atropello monumental”. (Foto: Luis Miranda)

Pocos peruanos han contribuido de manera tan decisiva al estudio de nuestro pasado y el fortalecimiento de nuestra identidad como la arqueóloga Ruth Shady. En un país en el que la cultura y conservación del patrimonio suelen estar en la cola de las prioridades, el trabajo y entrega de Shady es realmente notable, en particular en lo que respecta al estudio y revalorización de Caral.

Gracias a su esfuerzo, hoy sabemos que esta ciudadela del valle de Supe, de unos 5,000 años de antigüedad, es el testimonio más antiguo de civilización en América, y fue desarrollada en simultáneo con Mesopotamia y Egipto. Como ella ha documentado, nuestros antepasados fueron capaces de desarrollar innovaciones tecnológicas y arquitectónicas. Así, por ejemplo, la ciudadela cuenta con ductos subterráneos de ventilación bajo altares, los que permitían mantener fogones encendidos para usos ceremoniales. Además, el sitio es un modelo de planificación urbana, lo que ha quedado demostrado en maquetas de la propia ciudadela que nuestros antepasados desarrollaron. Así es que se concibió su magistral arquitectura, con plazas circulares hundidas, estructurales piramidales e imponentes escaleras.

Por todo esto, hoy Caral es estudiada y admirada en todo el mundo, ello gracias al trabajo de Shady y a pesar de la indiferencia de las autoridades y los embates de mafias. Y es que ella ha tenido que remar, prácticamente sola, contra la falta de recursos, la debilidad institucional y la desidia de los políticos. Por si eso fuera poco, ha sido amenazada de muerte en múltiples ocasiones por organizaciones delincuenciales dedicadas al tráfico de terrenos, que pretendían apropiarse de parte de la zona arqueológica de Caral.

Lejos de amilanarla, estas dificultades y riesgos solo han fortalecido el compromiso de Shady, y la han llevado a buscar recursos y apoyo fuera del país, donde su trabajo es sin duda más reconocido y valorado.

Por todo ello, los peruanos deberíamos estar profundamente agradecidos con esta notable arqueóloga. Pero ¿cómo le pagamos? Con una absurda denuncia de la procuraduría del Ministerio de Justicia por un supuesto delito de peculado doloso.

¿Qué hay detrás de esta denuncia? Sucede que hace más de 20 años Shady y su equipo (la unidad ejecutora 003 del Ministerio de Cultura) esperan un lugar adecuado para almacenar piezas halladas en el complejo arqueológico. Mientras tanto, han ido ocupando diferentes inmuebles del Estado. Así, desde 2007, a falta de mejor ubicación, ocupan una casa en Lomas de la Molina. Doce años después, en 2019, el Pronabi –entidad pública titular del inmueble– les comunicó que la casa iba a ser subastada y que debían buscar otro lugar. Desde entonces, la arqueóloga ha buscado sin ningún apoyo una alternativa.

Finalmente, en diciembre del año pasado, el ministro de Justicia (de quien depende el Pronabi) le indicó a Shady que podían permanecer en el inmueble hasta que se les consiga una ubicación adecuada en coordinación con el Ministerio de Cultura. No obstante, hace pocos días la arqueóloga fue denunciada por la procuraduría del sector Justicia por supuestamente apropiarse del inmueble que hoy custodia las piezas que con tanto esfuerzo su equipo conserva.

Esta es, a todas luces, una arbitrariedad, atropello y absoluta falta de criterio. ¿De esta manera se premia a una de las pocas peruanas que ha dedicado su vida a poner en valor nuestro patrimonio? ¿No basta con la indolencia y abandono de las autoridades? Y luego nos preguntamos por qué nuestros más valiosos tesoros históricos están sumidos en el abandono. Caral, Shady y su equipo no merecen esto.

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