[OPINIÓN] Joaquín Rey: “¿De la cárcel a la Casa Blanca?”. (Midjourney/Perú21)
[OPINIÓN] Joaquín Rey: “¿De la cárcel a la Casa Blanca?”. (Midjourney/Perú21)

Desde el día en que anunció su intención de postular a la presidencia de Estados Unidos en junio de 2015, Donald Trump no ha parado de romper estereotipos, quebrar tradiciones y pasar por alto reglas no escritas y —como parece estar claro hoy— también reglas escritas de la política y las leyes norteamericanas.

Fue el primer norteamericano de la historia en llegar a la presidencia de su país sin contar con experiencia política o militar alguna. Fue el primer mandatario en negarse a presentar sus declaraciones de impuestos. Fue el primero en alabar a los líderes de los rivales históricos de Estados Unidos —Rusia y China— mientras criticaba a los de sus aliados —como Canadá, Inglaterra o Alemania—. Fue el primero en atacar a jueces por sus sentencias. Fue el primero en cuestionar a la ciencia, como en los casos del COVID-19 y la evidencia sobre el cambio climático. Fue el primero en poner en duda la integridad de un proceso electoral incluso antes de que se produjera. Fue el primer presidente de la historia en ser acusado (impeached) dos veces por el Congreso. Y, en marzo de este año, se convirtió en el primer mandatario en ser imputado por crímenes en una corte.

Este último fue un hito particularmente relevante. Hasta hace muy poco parecía inconcebible que un expresidente de Estados Unidos tenga que entregarse a una corte estatal y ser arrestado momentáneamente por la comisión de delitos. En aquella oportunidad, una corte de Nueva York halló culpable a Trump por 34 casos de fraude corporativo vinculados a un pago que hizo su compañía a la actriz pornográfica Stormy Daniels para comprar su silencio respecto de una presunta relación entre ella y el expresidente. Este caso continúa en investigación y tendrá una próxima audiencia en diciembre.

En marzo de este año, vino una segunda imputación contra Trump, esta vez desde el Departamento de Justicia, vinculada a la retención ilegal de documentos e información clasificada. Finalmente, esta semana, una corte federal lo imputó por tercera vez. En esta oportunidad por crímenes vinculados a sus esfuerzos para subvertir los resultados de la elección de 2020 y obstruir los procedimientos para que el Senado certifique la elección de su rival Joe Biden como presidente.

Esta última imputación es particularmente grave, pues atenta contra el principio fundamental de cualquier democracia: el respeto a los resultados de una elección.

Como fue visto en vivo por el mundo entero, el 6 de enero de 2021, Donald Trump convocó a manifestantes para que marcharan al Capitolio de Washington D.C. —sede del Congreso norteamericano— para impedir que el Senado certificara la elección de Biden. Es decir, impedir que se produjera la formalidad que oficializa los resultados del voto ciudadano. Más aún, hoy se sabe que el propio Trump pidió a su vicepresidente Mike Pence que usara su condición de presidente del Senado para impedir que la certificación proceda.

La jornada acabó con un ataque al Capitolio, que trajo cinco muertes y decenas de heridos, y dejó escenas terroríficas que habrían sido impensadas en la que se precia de ser la democracia más antigua del mundo.

Resulta insólito que hoy, con todos estos antecedentes, sea Donald Trump el favorito del Partido Republicano para enfrentar a Joe Biden en las elecciones del próximo año. Según las encuestas más recientes, su intención de voto para las elecciones internas republicanas más que triplican las de Ron DeSantis, actual gobernador del estado de Florida que ocupa el segundo lugar en las preferencias. Respecto de las elecciones generales, a la fecha se registra un “empate técnico” entre Biden y Trump.

No existe impedimento legal para que Trump continúe su carrera de vuelta a la Casa Blanca, aun con las imputaciones criminales que enfrenta. De hecho, nada impide que postule a la presidencia incluso si es hallado culpable y debe pasar tiempo en prisión.

¿Cómo puede Trump seguir recibiendo tanto apoyo de los norteamericanos? El propio expresidente se ha preciado muchas veces de la fidelidad de su base. En enero de 2016, Trump dijo en un mitin de campaña que él podría dispararle a alguien en plena calle en Nueva York “y no perdería ni un solo voto”. Aquella afirmación, que en su momento encontró un masivo rechazo, hoy —tristemente— prueba no alejarse tanto de la realidad.

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