El primer ministro, Aníbal Torres. (Foto: Hugo Pérez / @photo.gec)
El primer ministro, Aníbal Torres. (Foto: Hugo Pérez / @photo.gec)

Con el pasar de las semanas, queda claro que estamos entrando a un equilibrio nefasto del que no parece haber salida cercana: un Ejecutivo incompetente con gravísimos indicios de corrupción enfrentado a una oposición incapaz de –o sin real interés en– ejercer una real fiscalización y contrapeso.

La patética jornada del jueves en el Congreso es otra instancia que lo confirma. A los parlamentarios no se les ocurrió mejor idea que dar pantalla y tribuna al premier Aníbal Torres para hacer lo único en lo que ha demostrado destreza: victimizarse, lanzar soflamas populistas, y pechar a los congresistas en su propia cara. La razón de la cita era francamente absurda: el llamado que hiciera Torres para que organizaciones de la sociedad civil se movilicen en todo el territorio nacional para “arrodillar a los golpistas”. Una bravuconada ciertamente indigna de un premier, pero que, en relación con las enormes señas de corrupción de la administración Castillo, no tiene real importancia.

Torres no iba a desperdiciar la oportunidad, y vaya que le sacó provecho. Se burló de los parlamentarios y el país argumentando que su beligerante convocatoria a movilizaciones no representaba realmente una amenaza porque había venido antecedida por el término “imagínense”. Luego se dio tiempo para proyectar un video con una recopilación de invocaciones tan belicosas como la suya protagonizadas por integrantes de la oposición, y hasta se dio el lujo de retar “cachosamente” a la representación nacional: “Si consideran que mi persona es perjudicial, tienen la potestad de censurarme”.

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Todo esto sucedió un día que tendría que haber sido clave para la censura de Geiner Alvarado, el único sobreviviente del primer gabinete de esta administración, investigado por presuntamente integrar una red criminal liderada por Pedro Castillo para la adjudicación irregular de obras en el sector Vivienda. Y sucedió también el mismo día en que se confirmó que misteriosamente tres cámaras de seguridad de Palacio de Gobierno habían “dejado de funcionar” en plena operación de allanamiento conducida por la Fiscalía el pasado 9 de agosto. Pero nada, los congresistas prefirieron centrar la atención en una amenaza irrelevante y el tiro salió por la culata.

Aunque hay honrosas excepciones, es evidente que un sector mayoritario del Legislativo es beneficiario del statu quo y, por tanto, no tiene interés alguno en promover ni la tan mentada vacancia ni un adelanto de elecciones generales –que, a mi juicio, sería la opción más razonable-.

Quizás la única esperanza que tengamos hoy sea la sociedad civil, que lentamente comienza a organizarse en torno a movimientos que promueven salidas que nuestros políticos, a todas luces, no serán capaces de darnos.

Lima de a pie

Para cambiar de ánimos, acá una buena noticia: la Municipalidad Metropolitana de Lima ha anunciado una tercera etapa del plan de peatonalización del Centro Histórico, que sumará unas 21 cuadras. Con esto, unas 40 cuadras del Damero de Pizarro habrán sido recuperadas desde 2013.

Esta extraordinaria iniciativa va a tono con la tendencia en los cascos antiguos de todo el mundo, donde los peatones están volviendo a ser los protagonistas de su ciudad, se multiplican los espacios públicos y se facilita la conservación del patrimonio cultural material.

Este, como todo cambio, ha generado cierta resistencia. Pero lo invito, apreciado lector, a que se dé una vuelta para experimentar lo agradable que es caminar por el Centro Histórico sin la necesidad de esquivar vehículos y bocinas, y redescubrir a pie todo lo que este tiene por ofrecer. Bien por Lima.

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