Las marchas, las pequeñas, medianas y las de mayor convocatoria, todas, lograron atemorizar al ahora candidato al penal de Castro Castro, Pedro Castillo, señala el columnista. (Foto: GEC)
Las marchas, las pequeñas, medianas y las de mayor convocatoria, todas, lograron atemorizar al ahora candidato al penal de Castro Castro, Pedro Castillo, señala el columnista. (Foto: GEC)

Desde el inicio del nefasto Gobierno, la protesta social se hizo presente en el escenario político. Las marchas, las pequeñas, medianas y las de mayor convocatoria, todas, lograron atemorizar al ahora candidato al penal de Castro Castro, Pedro Castillo. La estratégica participación en las calles de ciudadanos, colectivos civiles y militares y partidos políticos logró arrinconar al sujeto de marras, quien, como era previsible, entró en desesperación por la arremetida del Equipo Especial de Fiscales y policías, quienes de manera astuta y profesional reclutaron colaboradores eficaces, quienes no han dudado en contar la verdad de los hechos: Pedro Castillo es el jefe de la organización criminal. Ahora podemos decir que ciudadanos, Fiscalía y Policía, Congreso y medios vamos por más.

La irascible y torpe respuesta contra quienes develan el lumpen sobre la alfombra palaciega se ha reflejado cuando activó con mentiras la Carta Democrática de la OEA, luego enfiló sus baterías contra el Congreso presentando “cuestión de confianza” trucha, además, y realiza “cambios” ministeriales que no cambian nada. Sumado a eso, reclutaron al coronel EP (r) Heiner Trujillo, quien de demócrata y “anticastillista” pasó a ser rápidamente el operador funcional del Gobierno. El converso militar hizo que “comités de autodefensa” o CADs le dieran la espalda a la democracia, convirtiendo a los otrora luchadores contra el terrorismo, en “aliados” de quienes en el pasado fueron sus enemigos. Trujillo es el promotor del síndrome de Estocolmo peruano.

Por otro lado, la flor lanzada por el terrorista de Sendero Luminoso del VRAEM Víctor Quispe Palomino (a) “José” a Antauro Humala ya nos debe advertir que las palabras beligerantes se van convirtiendo en fuerzas violentistas en crecimiento. Así, estamos viendo que algunos licenciados de las FF.AA. están siendo reclutados y engañados por un febril y desaforado Antauro que juega con las legítimas necesidades y aspiraciones a quienes les ha hecho creer que estarán con él en el “paraíso”. El primer acto de cualquier Gobierno sobrio y decente debería ser encarcelar al sujeto para que cumpla con su periodo penitenciario y, vía Congreso, prohibir que asesinos de esta calaña no tengan ninguna opción en la vida política del país.

Por último, el ilegal derroche millonario para equipar a las rondas campesinas con vehículos y otros pertrechos a expensas de las necesidades de la Policía Nacional es también parte de ese temor que la oposición ha sabido infligir en las entrañas oscuras de este Gobierno que se cae a pedazos, pese a los esfuerzos míseros de Guillermo Bermejo de hacerle creer a Castillo “que van ganando”. Por eso, decimos con absoluta claridad que este Gobierno caerá gracias al esfuerzo de todos, pero hoy la pelota está en la cancha del Congreso. Hagan lo suyo. ¡Sí se puede!