El tren de la unidad y la libertad vuelve a pasar y ya está frente a nosotros; no dejemos que se vaya vacío, señala el columnista. Foto: Julio Reaño/@Photo.gec
El tren de la unidad y la libertad vuelve a pasar y ya está frente a nosotros; no dejemos que se vaya vacío, señala el columnista. Foto: Julio Reaño/@Photo.gec

A lo largo de nuestras vidas, muchos hemos aprendido que esta está construida por circunstancias, condiciones y oportunidades; y esta última, que fue graficada claramente por la famosa frase del “tren de las oportunidades”, cobra verdadero sentido frente a las actuales circunstancias políticas en el país. En efecto, los ciudadanos, los partidos políticos, movimientos o colectivos de la derecha peruana (así hay que llamarla sin prejuicios, vergüenza, complejos ni temores) al parecer no estamos percibiendo que son pocas las opciones que tenemos si queremos ser libres en todos los sentidos y si deseamos salvar el futuro del país.

Esta oportunidad única en estos tiempos es lograr, por medio de la unidad de todos, la conformación de un gran bloque político (o frente, como prefieren algunos) que permita enfrentar la dinámica política compleja con un solo candidato y con una sola lista de candidatos al Congreso de la República. El contrapeso político empieza desde hoy, con la capacidad de todos de entender que ese, y solo ese, es el camino para ayudar al país en serio a escalar a mejores condiciones de desarrollo y desarrollo humano. Los ímpetus partidarios (legítimos), los egos personales, los intereses particulares, deben quedar atrás para dar paso a una nueva etapa política. No hay salida.

Hoy, el espectro político ha decantado posiciones claras: la izquierda radical y la del “sancochado ideológico” de Antauro, el liberado asesino de policías que hoy pasea por calles y plazas con “plata como cancha” de quienes han elegido a su nuevo títere, así como el sector progresista que ha quedado expuesto ante todos como los cercanos a la zona zurda, quienes al fin han dejado el clóset de la centroderecha y se han ubicado cómodamente al lado de sus intereses políticos, y de Dina Boluarte, claro. Así era la cosa.

Por eso, nos preocupa que aquellos que se supone que han sido formados en estrategias hoy participen, entusiastas, en la fabricación de más partidos políticos, más movimientos regionales, sumando con ello más división entre todos los peruanos. El camino no es fragmentar; el camino es tener la capacidad de unir a todos con quienes se comparte la misma visión del país, aunque tengan estilos, discursos y actitudes diferentes. La unidad es el camino, la unidad es una necesidad histórica para el país.

Por eso, el totalitarismo marxista leninista (amamantado silenciosamente por la progresía) debe ser combatido en el campo de las ideas, pero también de la praxis política y no esperemos que, nuevamente, el tren de las oportunidades pase como en 1992 en que se derrotó el terrorismo maoísta y nos “embriagamos” de triunfalismo y corrupción, sin avanzar. Hoy, tres décadas después, el tren de la unidad y la libertad vuelve a pasar y ya está frente a nosotros; no dejemos que se vaya vacío. ¡A por la unidad, peruanos! Sí se puede.