Foto: GEC | Leandro Britto
Foto: GEC | Leandro Britto

La pandemia no ha desnudado las debilidades del modelo; lo que ha desnudado es la incapacidad de nuestra gestión pública para reaccionar eficientemente ante una circunstancia adversa extrema. El modelo económico es como el carro, la gestión pública es como el piloto. Los resultados no se pueden juzgar mirando a cada uno independientemente del otro. El mejor piloto no puede garantizar un buen resultado con un mal carro, y el mejor carro no sirve de mucho con un mal piloto.

Todo indica que en la experiencia peruana nuestros resultados han tenido en la impericia del piloto una de sus principales limitantes. Por ejemplo, el colapso inicial de nuestro sistema de salud siguió una dinámica muy similar a la de los colapsos iniciales de los sistemas de salud más avanzados del mundo como los de España, Italia o los de la ciudad de Nueva York. Esto se debe a que, ante la ausencia de vacunas y la ausencia de tratamiento definido, toda la demanda se acumuló sobre las últimas líneas de defensa, en las Unidades de Cuidados Intensivos.

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La torpe reacción inicial de nuestra gestión pública para garantizar acceso a las vacunas, escoger tratamientos, mapear contagios y, especialmente, para ampliar las capacidades de la última línea de defensa es la que ha definido finalmente los resultados de angustia que seguimos viviendo. Más que la disponibilidad de recursos financieros, el verdadero cuello de botella ha estado en las capacidades logísticas de nuestra burocracia, en nuestro nivel de informalidad y en regulaciones carentes de todo sentido en medio de una pandemia. El escándalo de las vacunas y el desabastecimiento de oxígeno medicinal son quizá los ejemplos más tristes.

Prueba en contrario es que en los frentes que no dependen de las capacidades logísticas de la gestión pública, como los frentes monetario, financiero y fiscal, a pesar del talante destructivo y populista de las leyes emitidas durante esta pandemia, que además han impuesto demandas importantes sobre el tiempo de autoridades clave y de instituciones críticas, la reacción ha sido temprana, amplia y hasta ahora, efectiva.

Todo lo que reclama nuestra ciudadanía es absolutamente legítimo. Sin duda hay mucho por hacer y mucho que mejorar. Por eso, es tan importante identificar y entender con mucha claridad los principios que nos han permitido progresar reduciendo sustancialmente la pobreza junto con sus verdaderas limitantes. Seguramente el carro necesita actualizaciones, repuestos y mantenimiento. Incluso podríamos pensar que necesitamos cambiarlo por un carro más moderno, más seguro y con mejor tecnología. Pero jamás podríamos pensar que se trata de cambiar un carro por una carreta cuando el problema es el piloto. Menos aún cuando sabemos perfectamente que la carreta no ha funcionado en ningún terreno. En ninguna parte. Con ningún piloto.

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José Carlos Requena
José Carlos Requena