(Getty/Referencial)
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Redacción PERÚ21

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Este 7 de octubre, mientras nuestra atención continuaba en el análisis de las causas y consecuencias de los graves acontecimientos políticos ocurridos, se conmemoraron 18 años de la partida de Pedro Planas. Ese día, en 2001, estaba en Ayacucho, venía de San Martín. Incansable. Con la misma vehemencia con la que escribió más de 20 libros y otros tantos artículos, había pasado a la acción política. Apurado, en la convicción de que el Perú no podía esperar, como si supiera que su vida física se apagaría pronto.

Su visión optimista sobre la construcción de valores democráticos y republicanos en todo el país me hace pensar en que Pedro es parte de esa categoría de héroes civiles cuyas acciones destacaban.

Solía decir que la historia del Perú no podía enseñarse con una lista de presidentes y sus obras, “como si hubieran gobernado en un país sin ciudadanos y sin instituciones”, con énfasis en las guerras que peleamos.

“Si aceptamos que la historia puede ser una fuente constitucional”, entenderemos que “las sociedades no nacen democráticas”, forman sus convicciones según las ideas que predominan en el ambiente y forjan sus valores conforme a conductas políticas que observan. Entonces, “cuando las formas democráticas se consolidan en la clase dirigente y forman una tradición continuada y respetada por los opositores políticos y por las siguientes generaciones”, cual cascada, los jóvenes recogen y aprecian esas conductas como la expresión de un “núcleo consensual intangible”.

Grandes retos asoman no solo en la comprensión de nuestra Constitución como herramienta para el fortalecimiento de la democracia, sino también en la mejora de otros indicadores de calidad de vida y Estado de derecho, en infraestructura y cierre de brechas.

A nivel institucional, algunas de las preguntas que Pedro formulaba en sus obras siguen hoy vigentes, como por ejemplo: ¿será que en el Perú hay partidos tradicionales o más bien nos han faltado partidos tradicionales?

Al conectarnos con nuestros héroes civiles y nuestra tradición constitucional, pensaremos que la descentralización sigue siendo un reto pues es “pieza integral de un régimen democrático, al extremo de que parece imposible evaluar la calidad democrática de algún régimen político, sin indagar por los efectivos niveles de distribución del poder que contiene su estructura territorial”. Quizás debemos pensar en el Perú con ese sentido de urgencia con el que Pedro escribía, viajaba y organizaba grupos que lideraba.

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