[OPINIÓN] Pablo de la Flor: “Retomar el crecimiento”. (Foto: enfoquederecho.com)
[OPINIÓN] Pablo de la Flor: “Retomar el crecimiento”. (Foto: enfoquederecho.com)

La economía peruana se encuentra entrampada en un equilibrio perverso de crecimiento anémico, precarización del empleo y aumento de la pobreza, del que resultará imposible escapar sin un paquete de medidas contundentes que impulsen la inversión privada y nos permitan retomar la senda del desarrollo sostenido.

El BCRP ha vuelto a corregir a la baja sus proyecciones, en consonancia con lo que ya venían reconociendo los principales analistas: un crecimiento menor al 2% para este 2023.  Hemos pasado de liderar el desempeño regional, a ocupar las posiciones menos expectantes en la tabla de posiciones, con tasas por debajo del promedio para la economía mundial y para el conjunto de economías emergentes.

Lo que sí viene expandiéndose sin pausa en el país es el número de familias viviendo por debajo de la línea de pobreza: de 26% a 27.5% proyectado para fines de año.  Recordemos que antes de la pandemia, la proporción de la población en condición de pobreza se había reducido a 20.2%.  En un escenario medianamente optimista, si fuéramos a mantener el ritmo que impone nuestro crecimiento potencial, tardaríamos poco más de una década en volver a los niveles de pobreza del 2019.

El clima de polarización e inestabilidad, con un Ejecutivo (el de Castillo) marcado por la ineptitud y corrupción, y una sucesión agitada por la movilización y conflictividad, han deprimido la inversión privada, que ahora se mueve en terreno negativo.  Quizá la muestra más dramática de esta tendencia es lo que viene sucediendo en el sector minero, sin grandes proyectos que permitan recuperar el dinamismo perdido, y la amenaza de que en el cortísimo plazo podamos perder el sitial que ocupamos como el segundo productor mundial de cobre.

Para despercudirnos de esta parálisis hace falta avanzar de manera decidida en varios frentes.  En primer lugar, requerimos un alineamiento de mensajes claros, consistentes y contundentes en favor de la inversión privada por parte del Ejecutivo, y también del Congreso, cuya labor legislativa en los últimos años no ha sido precisamente facilitadora del crecimiento.

Esa prédica debe estar acompañada de medidas concretas que apunten a la simplificación administrativa y el desmontaje de la compleja trama de normas, permisos y autorizaciones absurdas que sofocan la actuación de los emprendedores sin generar ningún tipo de beneficio social. Son distintos los sectores que han identificado de manera muy precisa los principales cuellos de botella que entorpecen la inversión, por lo que dicho desmontaje podría darse de forma muy expeditiva.  Buena parte de esas trabas están en las municipalidades.

En paralelo, el Gobierno debiera activar rápidamente un programa de fortalecimiento de capacidades, con equipos itinerantes, que puedan establecerse en los distintos gobiernos subnacionales y ministerios para apuntalar la ejecución presupuestal, y sacarla del marasmo actual.

Lamentablemente, los riesgos se han agudizado de manera notable, con la posibilidad de un Fenómeno de El Niño fuerte, una inflación que no da su brazo a torcer, y la desaceleración inminente del crecimiento global.  No hay tiempo que perder.

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