“La situación política por la que atravesamos también es consecuencia de esta visión de corto plazo: “que renuncie”, “que se vayan todos”, “referéndum para Asamblea Constituyente””. (Foto: KimonBerlin/Flickr)
“La situación política por la que atravesamos también es consecuencia de esta visión de corto plazo: “que renuncie”, “que se vayan todos”, “referéndum para Asamblea Constituyente””. (Foto: KimonBerlin/Flickr)

En una columna de opinión reciente, Miguel Palomino reflexionaba sobre lo difícil que era tomar medidas que dependían de un colectivo cuando sus costos y resultados son casi imposibles de asignar. Hacía referencia, como ejemplo, al problema de calentamiento global, que involucra a toda la humanidad, pero para el cual no se cuenta con una institucionalidad que pueda darle solución.

Partiendo de este mismo ejemplo, también existe un problema de plazos que afecta la toma de decisiones y es cuando los costos se asumen en el corto plazo y los réditos se obtienen recién en el largo plazo. Eso hace que muchas obras se dejen de hacer cuando su culminación está prevista para el momento en que haya una nueva autoridad a cargo, vale decir, no es quien inicia la construcción con todas las molestias que esta origina la que se lleva las palmas, sino quien esté en el cargo al momento de la inauguración: este es quien será mencionado en la placa recordatoria.

A nivel familiar encontramos mayor variedad: Dufflo y Banerjee exponen el caso de las vacunas, una decisión que tiene un costo inmediato para evitar un mal que, en el momento, ni siquiera existe. En el Perú, sin embargo, la inversión en educación es altamente valorada aun cuando sus resultados se vean a largo plazo y signifique, en lo inmediato, un sacrificio que tengan que realizar los miembros de la familia. Por eso es tan importante la Sunedu en su “versión original”, calificando objetivamente a las universidades para impedir que ese sacrificio familiar termine después en un profesional que no tiene las capacidades que demanda el mercado de trabajo.

Hay otros casos en los que sí se puede ir midiendo los avances asociados a los costos, como en la construcción de viviendas: cemento y ladrillo son maneras de ahorro para la autoconstrucción. Esta comienza con lo básico y luego va creciendo, mejorando. Allí en los cerros donde los alcaldes no han construido escaleras, la población organizada las hace tramo a tramo, según vayan juntando algo de dinero: empiezan solo con unos metros, unos peldaños, pero saben que en algún momento llegarán a la parte más elevada.

La situación política por la que atravesamos también es consecuencia de esta visión de corto plazo: “que renuncie”, “que se vayan todos”, “referéndum para Asamblea Constituyente”. Patear el tablero sin que tengamos idea de lo que va a venir después, aunque cueste admitirlo, siempre puede ser peor.

Aunque no nos encante, la situación en la cual se encuentra ahora el Perú ha sido alcanzada mediante el mecanismo democrático previsto en la Constitución. Que no es perfecto, puede ser, pero es mejor que lo que teníamos hace un par de meses.

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