Abraham Valdelomar. (Foto: Casa de la Literatura)
Abraham Valdelomar. (Foto: Casa de la Literatura)

Este es el primer artículo de dos sobre el cuento en Hispanoamérica. Este primero trata sobre el género en Perú a partir del Siglo XX y el siguiente será sobre el género en Hispanoamérica en el mismo periodo de tiempo. Con esto se podrá tener un mapa general, aunque imperfecto, del cuento en nuestra tradición. Será imperfecto porque naturalmente no se habrán incluido todos los nombres de quienes han escrito y escriben cuento. Ahí vamos.

Al final del Siglo XIX la novela escrita por mujeres tuvo un notable auge con Mercedes Cabello de Carbonera (El conspirador), Clorinda Matto de Turner (Aves sin nido), Teresa González de Fanning (Indómita) y Angélica Palma (Por senda propia), aunque después se excluyeran sus obras de los círculos intelectuales. Fue, sin embargo, Clemente Palma uno de los primeros en cultivar el género que nos concierne con Cuentos malévolos, publicado en 1904 con un prólogo del escritor español Miguel de Unamuno. Palma, hijo de Ricardo Palma y hermano de Angélica, tomó notoriedad en el mundo literario. En Cuentos malévolos existe una clara influencia del modernismo y de la obra de Edgar Allan Poe.

Abraham Valdelomar publicó El caballero Carmelo en 1913; sin embargo, cultivó el género del cuento de manera amplia. Ha escrito cuentos incaicos, como los contenidos en Los hijos del sol, así como cuentos fantásticos como El hipocampo de oro y, hasta cuentos de temática y estilo “yanqui” como El círculo de la muerte.

En 1914, Ventura García Calderón publicó Dolorosa y desnuda realidad. Luego La venganza del cóndor (1924), el mismo que fue traducido a más de cinco idiomas. García Calderón, por haber sido conservador, no tuvo espacio en el ensayo de literatura peruana escrito por José Carlos Mariátegui a pesar de haber sido una figura fundamental de la literatura peruana de su tiempo a nivel internacional (incluso un grupo de escritores españoles promovió su candidatura al Premio Nobel en 1934). La Academia Francesa quiso incorporarlo con la condición de que este renunciara a su nacionalidad peruana. Él rechazó su incorporación. Hoy, Mario Vargas Llosa pertenece a dicha academia y fue eximido de cumplir dicho requisito.

José María Arguedas publicó en 1935 Agua, una colección de cuento que incorpora el mundo andino bajo una mirada indigenista. No es necesario profundizar sobre la importancia de Arguedas en las letras nacionales. En 1965 publicó El sueño del pongo, uno de los escritos básicos para comprender su literatura junto con Los ríos profundos y Todas las sangres. Luis Loayza publicó en 1955 el libro de cuentos El avaro. Julio Ramón Ribeyro publicó en 1955 Los gallinazos sin plumas, tal vez el primer libro que retrata por primera vez la marginalidad de las afueras de la ciudad de Lima. En 1958 publicó Cuentos en circunstancias (libro en el que se encuentran El banquete y Doblaje). Luego vino Las botellas y los hombres, La palabra del mudo, Silvio en el rosedal, Solo para fumadores. Sus cuentos son la parte principal de su obra. Actualmente es admirado por muchos escritores a nivel internacional, entre ellos, en español Enrique Vila-Matas.

En 1961 Oswaldo Reynoso irrumpe en la escena literaria con Los inocentes, un libro donde se daba carta libre a las voces subalternas de la ciudad de Lima. El libro escandalizó. Fue duramente criticado por José Miguel Oviedo, quien calificó a Reynoso como un ‘marxista rabioso’ que promueve la sodomía. Arguedas y Vargas Llosa salieron en defensa de la publicación de Los inocentes. El mismo Mario publicó en 1967 su único libro de cuentos: Los cachorros. Alfredo Bryce Echenique publicó en 1968 Huerto cerrado, un libro de cuentos que es parte esencial de su obra. El autor de Un mundo para Julius tiene ocho libros de cuentos. Guillermo Niño de Guzmán, quien ha reaparecido en la escena literaria con Hasta perder el aliento, publicó en 1984 Caballo de medianoche. Pilar Dughi, cuya obra actualmente se está empezando a valorar, publicó La premeditación y el azar (1989), Ave de la noche (1996) y La horda primitiva (2008). Otro autor para destacar es Fernando Ampuero con su conocido cuento Taxi driver sin Robert De Niro.

El panorama del cuento parece prometedor con la aparición de nuevas voces en narrativa. Karina Pacheco Medrano publicó en el 2010 el libro de cuentos Alma Alga, El sendero de los rayos (2013), Miradas (2015) y Lluvia (2018). Jeremías Gamboa, más conocido por la publicación de Contarlo todo, ha publicado también un libro de cuentos llamado Punto de fuga. Mientras que la aparición de Katya Adaui con sus libros de cuentos Aquí hay icebergs (2017) y Geografía de la oscuridad (2021) ha refrescado el género literario.