Una de las mayores infamias que ha cometido este Congreso es haber aprobado en la última sesión del Pleno, entre gallos y medianoche, la norma que liquida en la práctica la figura de la colaboración eficaz. Es una ignominia que debilita las garantías legales que requiere la Fiscalía para desarrollar la estrategia de la colaboración eficaz, que en la última década ha permitido desentrañar los casos más sonados de corrupción, que involucran a los propios expresidentes y todas las mafias enquistadas en el poder. Un Congreso lleno de ‘Niños’, “mochasueldos” y traficantes se atreve a revivir un proyecto de ley que estaba ya en el archivo, porque el año pasado, con todo el escándalo que esta norma significaba, hizo recular a estos impresentables. Ahora el inefable Américo Gonza, de Perú Libre, aprovechó que en el Pleno estaban aprobando cualquier mamotreto y sacó de la galera este proyecto de ley infame y se aprobó con más de 70 votos, inclusive exonerándose de la segunda votación. Esto es una prueba más del contubernio que hay en el Congreso entre los extremos de izquierda y de derecha, que se unen para destruir la institucionalidad del país, con tal de lograr sus fines subrepticios y maledicentes. Están traficando con los votos y son capaces de aprobar este tipo de leyes, que van a generar impunidad con los corruptos. Esta ley infame convierte la colaboración de los involucrados en ilícitos penales en “una colaboración ineficaz”, puesto que obligan solo al fiscal titular como único responsable para recopilar la declaración del colaborador, sabiendo que para eso tiene un equipo de fiscales adjuntos, por la carga procesal que lleva. Lo segundo es que obliga al colaborador eficaz a corroborar sus declaraciones. Eso es un absurdo total, porque se entiende que la Fiscalía tiene que ayudar en la investigación a desentrañar los casos de corrupción con las pistas que entrega el colaborador. Y finalmente es el plazo de ocho meses que obliga a la Fiscalía para terminar todo el proceso de colaboración, lo cual es humanamente imposible, sobre todo en los casos complejos, como son los de corrupción de altos funcionarios. Un despropósito total que Dina Boluarte deberá observar, si es que no es cómplice. .

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