Vladimiro Montesinos fue condenado por delitos de corrupción. (Foto: archivo/ El Comercio)
Vladimiro Montesinos fue condenado por delitos de corrupción. (Foto: archivo/ El Comercio)

Estamos viviendo tiempos grises en el país donde las posiciones extremas imponen las agendas y cada día nos llevan a una polarización mayor que está dejando profundas fracturas sociales. Parece una lucha permanente de bandos enfrentados, donde cada extremo hace defensa de grupo incondicional o se organiza para un ataque masivo para descalificar al otro.

No podemos caer en ese juego perverso que nos divide más. Utilizan muy bien las redes sociales para que sea el campo de batalla, pero no de ideas, sino de la diatriba, la calumnia y el insulto con tal de descalificar al otro. En ese escenario, uno de los temas más sensibles que está a flor de piel son las consecuencias del periodo del terrorismo, que tiene aún heridas abiertas y no ha logrado la reconciliación nacional porque sin memoria, y sobre todo sin justicia, seguirá viviéndose con una deuda social pendiente.

Por eso es clave que la verdad se abra paso, pero noticias como la sentencia que acaban de emitir en el Poder Judicial contra el crimen del dirigente sindical Pedro Huilca, acaecido hace ya 31 años y por el que sus deudos reclamaban justicia, generan una profunda controversia e indignación.

La Cuarta Sala Penal Superior absolvió al delincuente Vladimiro Montesino y a los miembros del criminal Grupo Colina que, como es sabido, ya demostró en el tiempo ser un grupo paramilitar que ejecutó a civiles extrajudicialmente y con premeditación y alevosía. Los cabecillas de este grupo irregular están sentenciados por otros casos emblemáticos con Martin Rivas a la cabeza, por lo que resulta sorprendente la decisión de dos de los tres jueces que avalaron esta sentencia absolutoria que deja un clima de impunidad en este crimen.

El voto en contra del otro juez de la Sala esgrime argumentos bien sustentados que sí incriminan a estos delincuentes en el asesinato de Pedro Huilca, mostrando el móvil del crimen y desbaratando el argumento de la temporalidad que sustenta la sentencia; porque el Grupo Colina siguió operando después del crimen de Huilca, como en el caso del crimen de Mariella Barreto.

El debate se da por la negación de un amplio sector conservador que niega los actos de algunos malos militares que cometieron crímenes como el de Huilca o casos en Ayacucho como Cayara, Cabitos, Putis, entre otros, que también reclaman justicia.

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