Aníbal Torres presentó cuestión de confianza. (Foto: @photo.gec)
Aníbal Torres presentó cuestión de confianza. (Foto: @photo.gec)

Desde que asumió el gobierno, no hay ni un solo acto de Pedro Castillo que se haya apartado de la línea autoritaria y populista que prometió. La estrategia es siempre más o menos la misma: ensaya un espectáculo, confronta a los peruanos, mide las fuerzas de reacción de la oposición ante sus amenazas autoritarias, y repite la farsa. En cada repetición se va haciendo más inamovible.

Realmente no hay ninguna jugada maestra en el pedido de cuestión de confianza que hizo ayer el premier Torres. Era previsible, se mueven dentro de lo que les permite sus facultades, pero lanzan amenazas a la institucionalidad que no llegan a ser aún la aplanadora autoritaria pero que van erosionando de a pocos el Estado de derecho.

Ayer pusieron en práctica varias recetas autoritarias y populistas de manual. Por ejemplo, cuando el premier presentó su proyecto de ley llamándolo “Proyecto de ley que restablece la participación política del pueblo” está usando el lenguaje como campo de batalla y posicionando a la vez la figura de un antipueblo. Típico, creen ser los únicos intérpretes del pueblo, y quienes se les opongan son los enemigos. Si el Congreso niega la confianza sería entonces un antipueblo. Esta narrativa peligrosa para el pluralismo político la ratificó el presidente en Twitter cuando escribió que convoca al congreso a “aprobar la cuestión de confianza para restablecer la democracia ciudadana”. Es decir, cualquier otra decisión que no vaya en ese sentido sería antidemocrática y vendría de un antipueblo.

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Y ¿para qué usan esta estrategia? Para deslegitimar a la oposición y victimizarse, lo que les sirve ante la pronta visita de la misión de la OEA. También la usan para incitar al odio, polarizar, y justificar sus decisiones pues bajo su retórica “lo harían por el bien del pueblo” y “en nombre de supuestos altos ideales democráticos” como recita regularmente el premier mientras lanza amenazas autoritarias.

Ante la nueva arremetida del Ejecutivo, el Legislativo ya debería actuar siguiendo la lógica de que el presidente no ha cambiado, ni cambiará esa vena autoritaria así cambie de premier o de ministros.

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Andy Carrion