La realidad es que seguimos perdiendo más vidas y no se ha podido controlar a estos remanentes.
La realidad es que seguimos perdiendo más vidas y no se ha podido controlar a estos remanentes.

En tiempos de redes sociales, las noticias corren a una velocidad impresionante, con información e imágenes explícitas, sobre todo en los grupos de interés que se forman en conocidos chats de comunicación.

Es así que veo unas imágenes perturbadoras que conmueven al ver el crimen que han cometido con siete policías del , los cuales fueron emboscados por estos narcoterroristas, remanentes de la facción de los Quispe Palomino –según el propio reporte del Mininter–.

Les comento porque, en estas imágenes compartidas en los chats, se ve a los policías mortalmente heridos, pero todavía vivos, tratando de buscar ayuda y la gente que filma el video parece que está más preocupada por la filmación que por prestar atención a los heridos en tan dolorosa situación.

El tema de fondo es el cuestionamiento que se hace a la estrategia que se tiene en el Vraem, como gobierno y como política pública, para eliminar a estos mercenarios del narcotráfico que, bajo la fachada de Sendero Luminoso, siembran el terror desde ya varios años atrás.

Son innumerables las víctimas, sobre todo de valerosos policías y militares, que dan su vida para garantizar la paz en una zona convulsionada y manchada por el narcotráfico. La realidad es que seguimos perdiendo más vidas y no se ha podido controlar a estos remanentes.

La responsabilidad recae en los gobiernos de turno, pero recordemos la infame acción del presidente Castillo, que no solo disminuyó el presupuesto de las fuerzas del orden acantonadas en el Vraem, sino que también ordenó reducir el número de operaciones y bases que tienen en la zona.

Estos despropósitos definitivamente debilitan la labor encomiable de policías y militares que se exponen al peligro permanente. Por eso se requiere la priorización del gobierno, para la atención en la zona, ordenar el trabajo e inclusive transparentar las denuncias que involucrarían a los mandos militares y policiales, porque los tentáculos del narcotráfico pueden llegar a comprar conciencias e infiltrarse en el poder.