(GEC)
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Hoy empieza el prolongado recorte de agua que afectará a 22 distritos de la capital, y a un total que sobrepasa los 4 millones de ciudadanos en Lima. Lamentablemente, la acción viene precedida de una serie de malos augurios que, por el bien del país, esperamos no se hagan realidad.

En los últimos días, la eficiencia de la empresa estatal ha sido largamente cuestionada por especialistas, políticos y hasta altos funcionarios del Poder Ejecutivo.

La observación más fuerte, sin embargo, fue la de Contraloría, que manifestó que el plan elaborado por Sedapal no iba a poder cubrir el flujo mínimo diario de agua recomendado por la OMS, de 20 litros por unidad de uso, que son 932,435 en total. Su informe fue muy específico: “Se identificaron (incluso) pozos, considerados en el plan como puntos provisionales fijos de abastecimiento de agua potable, que no se encuentran en condiciones de operatividad y accesibilidad para su funcionamiento”.

Y no es eso lo único grave, pues, según el ente fiscalizador, “algunos reservorios considerados como puntos de abastecimiento provisional no cuentan con certificado de mantenimiento de limpieza y desinfección vigente, lo que pondría en riesgo la calidad del agua y consecuente afectación a la salud pública.”

Estamos hablando de que, además del corte de agua y la dudosa funcionalidad del plan B con que Sedapal ha ofrecido paliar la medida, la poca agua que se distribuiría a través de los anunciados camiones cisterna, podría estar contaminada. Algo gravísimo que casi nos haría retornar a los desastrosos años ochenta del siglo pasado, el llamado “aprocalipsis”, cuando, sumándose a la hiperinflación y el terrorismo que se vivía en el país, empezó salir agua con residuos tóxicos por los caños de Lima.

Una situación de caos y desorientación ciudadana que se pudo evitar de haberse enfrentado de otra manera. Veremos en las siguientes horas si la empresa estatal pudo corregir los errores de falta de planificación y organización con esta medida, que si bien era necesaria y casi urgente, no se realizó ni comunicó con la transparencia debida.

Con el corte ya encima, los afectados tendrán ahora que dosificar el uso del agua en sus domicilios y apechugar nomás hasta que pase la contingencia.

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