notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

El problema, no obstante, es que no siempre lo popular es bueno y lo impopular malo, y este es un caso adecuado.

Partamos por reconocer que, como la mayoría de costes, nunca encontraremos un-buen-momento para los incrementos salariales del Estado; sin embargo, repasemos que lo importante no es si es o no popular (nunca lo será) sino si es o no necesario el aumento. Entonces, si fuésemos justos con el país que queremos, observaríamos el aumento desde otro ángulo.

El gobierno ha tomado, dicho sea de paso, una decisión impopular en un momento donde gozaba de una mejora sustancial de su aprobación. Enhorabuena: usaron el capital político para revertir una pésima decisión del gobierno anterior, apoyar una medida necesaria, y no aprovecharon el margen para medidas populistas.

La medida, ya lo hemos dicho, busca cumplir con un reto importante de la reforma del estado: retener el talento, transparentar los ingresos de los funcionarios públicos, generar una línea de carrera, crear incentivos para atraer a buenos tecnócratas al servicio público, entre otros. La medida es justa, necesaria y cumple un rol importante en la reformas pendientes.

No nos debe llamar la atención, igualmente, que la partidocracia local se jale las pestañas y aproveche el momento Kodak. La han tenido facilita. Lo que no podemos, quienes pagamos con impuestos el incremento, es perder la brújula por ello. Más aún cuando la gran mayoría de los que la critican son, justamente, aquellos que generaron el problema en primer lugar.

Finalmente, el servicio público no debe basarse en la caridad de unos benevolentes tecnócratas sino en la capacidad de los mismos frente a las metas nacionales. Y, allí, es donde debemos poner la lupa.