“Si algo nos ha enseñado el último quinquenio, es que tener buen o mal Congreso hace una enorme diferencia en la estabilidad del país”. (Foto: Alonso Chero/El Comercio)
“Si algo nos ha enseñado el último quinquenio, es que tener buen o mal Congreso hace una enorme diferencia en la estabilidad del país”. (Foto: Alonso Chero/El Comercio)

Finalmente, ha llegado el día. Hoy los peruanos y peruanas iremos a las urnas para elegir a un nuevo presidente, un nuevo Congreso y a nuestros representantes en el Parlamento Andino. Probablemente usted, mientras lee esto, se esté preparando para salir a su centro de votación.

Hoy no se define solo a las autoridades que asumirán por cinco años, sino el rumbo del Perú de cara a las próximas generaciones. Esta elección es la más crítica que hemos afrontado desde el regreso a la democracia, en el año 2000. Ha transcurrido en un contexto de una dolorosa pandemia y crisis económica, que día a día se lleva a nuestros seres queridos, y que ha desnudado los problemas estructurales del país. En nuestras manos está la decisión de si el Perú afrontará lo que queda de esta emergencia con la responsabilidad y preparación necesaria. Son miles las vidas que dependen de esto.

Además, no es exagerado decir que hoy está en juego el futuro de nuestro sistema democrático. La crisis política de los últimos cinco años ha dejado un sistema de representación malherido. El equilibrio de poderes, el espíritu fiscalizador constructivo, el respeto por las formas constitucionales, la libertad de prensa, la transparencia. Todo esto ha sido socavado por irresponsables autoridades electas y, en los últimos meses, algunos candidatos.

Nuestra democracia hoy es débil. Como lo hemos visto en noviembre, puede ser desnaturalizada rápidamente por pocas personas carentes de escrúpulos. Pero, como también lo vimos entonces, puede y debe ser defendida por todos los ciudadanos. Esta labor, sin embargo, no debe ser ocasional o cuando estemos al borde del abismo, sino constante.

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Estas elecciones son la mejor oportunidad para celebrar y proteger la democracia. Y no solo al momento de elegir al próximo presidente. Si algo nos ha enseñado el último quinquenio, es que tener buen o mal Congreso hace una enorme diferencia en la estabilidad del país. Un gobierno demócrata, pero con un Parlamento destructivo, puede ser igual de peligroso. Por eso, démosle también gran importancia e independencia a nuestro voto congresal.

Hoy, antes de votar, hagamos el ejercicio de preguntarnos lo siguiente: cuando aparezcan grietas en la relación Congreso-Ejecutivo en este contexto de emergencia, y se planteen acciones autoritarias o desestabilizadoras, ¿mis candidatos tomarán el camino de la responsabilidad democrática o –como lo resumió el politólogo Alberto Vergara– serán de los que se pelean por cuotas de poder mientras el país es una fosa común?

Finalmente, también va a ser extremadamente importante la actitud que asuman, hoy y en los próximos días, los medios de comunicación y los diferentes candidatos. Existe la posibilidad de que los márgenes sean muy estrechos. Debe primar la paciencia y el respeto a los resultados oficiales. Los números preliminares, como las encuestas a boca de urna, deben ser tomados como lo que son: sondeos con un importante margen de error y no resultados finales. Seamos responsables y, desde la ciudadanía y los medios, cerremos filas ante cualquier intento de desconocimiento de los resultados. No demos espacio ni rebotemos los fake news que seguramente intentará instalar algún perdedor dolido.

Las acciones que tomemos en las próximas horas podrían determinar el devenir de nuestra república, nada menos que de cara al bicentenario. Actuemos a la altura de las circunstancias.

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