Sonia Chirinos: Mujer. Poeta. Asesinada
Sonia Chirinos: Mujer. Poeta. Asesinada

Un 24 de octubre de hace 139 años nació la uruguaya Delmira Agustini. Corría sangre italiana y alemana por sus venas.

No puedo imaginar la Montevideo de fines del siglo XIX. También me resulta difícil imaginar cómo, Rubén Darío, en León, una de las ciudades más calientes del planeta, podía inspirarse en mantos de armiño.

Lo cierto es que, si no su patria, ni la edad (Rubén era 20 años mayor) los unió la poesía y su tempana vocación literaria.

Delmira, como poeta, fue avanzada y valiente; muy por delante de los cánones de su tiempo. Explícita en sus sentimientos, su poesía desparramaba erotismo. Rubén llegó a Montevideo, movido por el interés en conocerla. Quedó subyugado. Se prestó a prologarle su obra quizás más conocida, Los cálices vacíos. En su breve prólogo, que tituló “Pórtico” escribió: De todas cuantas mujeres hoy escriben en verso ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agustini, por su alma sin velos y su corazón de flor. A veces rosa por lo sonrosado, a veces lirio por lo blanco. Y es la primera vez en que en la lengua castellana aparece un alma femenina en el orgullo de la verdad de su inocencia y de su amor, a no ser Santa Teresa en su exaltación divina.

Esa alma sin velos de la que hablaba Rubén tuvo un final dramático: Su exesposo la asesinó. Tenía 27 años. El matrimonio solo duró 58 días. Lo dejó para volver con sus padres. Él la citó para un breve encuentro. Se fio como muchas. Y como otras el encuentro fue letal. Su exesposo la mató de 2 tiros en la cabeza. Las crónicas de entonces justificaron el asesinato. Es amor, decían. Y hubo quienes vieron en su poesía la explicación de su final. Nada nuevo en una crónica de ayer. Que bien podría ser escrita hoy.