"CCTV o el canal televisivo del Partido Comunista de China, suspendió la retransmisión en octubre de encuentros de varios equipos de la NBA, luego de que uno de los directivos de los Houston Rockets publicara un tuit apoyando las marchas en Hong Kong". (Foto: AFP)
"CCTV o el canal televisivo del Partido Comunista de China, suspendió la retransmisión en octubre de encuentros de varios equipos de la NBA, luego de que uno de los directivos de los Houston Rockets publicara un tuit apoyando las marchas en Hong Kong". (Foto: AFP)

A principios de octubre pasado, Wai Chung, un reconocido jugador de e-sports hongkonés, fue suspendido de un torneo mundial del videojuego Hearthstone luego de que en una entrevista en vivo apoyara las protestas multitudinarias que vienen sacudiendo Hong Kong desde hacía meses.

“¡Liberen Hong Kong, revolución en nuestro tiempo!”, exclamó Chung. No solo fue sancionado durante un año siendo excluido de cualquier tipo de concurso, sino que también se le retiró los US$$10.000 en premios que había ganado.

Las protestas no se hicieron esperar y una retahíla de acusaciones fueron formuladas contra Blizzard, la empresa creadora del videojuego y organizadora del evento, pues, ¿cómo era posible que una corporación norteamericana castigará tan severamente a un participante por hacer uso de su libertad de expresión?

Resultó que Tencent, la multinacional de comunicaciones china, que ostenta un 5% de las participaciones de Blizzard, habría amenazado a la compañía con aplicar restricciones a su actividad en el mercado chino, uno de los filones más importantes de ingresos para la compañía estadounidense.

Otro caso similar ocurrió con la NBA. CCTV o el canal televisivo del Partido Comunista de China (PCC), suspendió la retransmisión en octubre de encuentros de varios equipos de la NBA, luego de que uno de los directivos de los Houston Rockets publicara un tuit apoyando las marchas en Hong Kong.

Muchos altos directivos de la asociación deportiva, ante la pérdida de auspiciadores asiáticos y contratos de trasmisión en China, tuvieron que salir a pedir perdón y a calmar las aguas, o en otras palabras, a hincar el cuello ante el PCC para continuar operando sin barreras en el segundo mercado más importante para la NBA.

Incidentes como estos se están volviendo cada vez más frecuentes con el alargamiento de los tentáculos del PCC en la economía internacional. Muchas empresas, susodichas defensoras de las libertades individuales y de la libre competencia, están dejando de lado sus principios y traicionando los ideales de occidente por hacerse con un pedazo del mercado chino a toda costa.

Y es que este tipo de amordazamiento, donde una dictadura amenaza a través de sus empresas públicas a democracias e individuos, es tal vez la más peligrosa que se haya visto, pues las élites empresariales soslayan este atropello con tal de no perjudicar sus intereses, convirtiéndose en cómplices de violaciones tan descaradas como las mencionadas y traicionando a sus compatriotas.

La defensa de la libertad de expresión no está sujeta a ser de izquierda o de derecha, sino a garantizar uno de los derechos más fundamentales que tiene el individuo y que tanto sudor y sangre ha costado. Una autocracia como la China está dictando las reglas del juego en el escenario internacional y los gobiernos de países democráticos como los EE.UU. se ven atados de mano por la presión de sus multinacionales.

Trump, con todos sus delirios e ínfulas de magnánimo, ha sido uno de los pocos líderes mundiales junto a Boris Johnson en hacer frente a la amenaza de China; denunciando las injerencias del gigante asiático en empresas americanas, librando una guerra comercial –al margen de que sea buena o no–, e impidiendo que Huawei, el mastodonte de telecomunicaciones chino, participe en la construcción de las redes 5G en Estados Unidos y el Reino Unido; aquello otorgaría acceso directo al PCC a la red de comunicaciones de países clave en América y Europa.

El sueño de Kissinger murió en Tiananmén. China no se convirtió en una democracia, todo lo contrario, se ha alzado como la primera potencia económica mundial y la mayor amenaza para la democracia. Es hora de despertar.