Víctimas de los cuellos blancos. (GEC)
Víctimas de los cuellos blancos. (GEC)

Luz Ibáñez fue una destacada fiscal superior. Estuvo detrás de casos de corrupción vinculados al fujimorato, logró la cadena perpetua de Abimael Guzmán y otros terroristas e investigó casos como El Frontón, Los Cabitos y al mismo Montesinos. Reunía experiencia, conocimientos y una hoja de servicio público sin manchas. En síntesis, una combinación absolutamente inaceptable para el bien extinto CNM. Por ello la bloquearon arteramente. Su ascenso fue negado hasta en tres oportunidades distintas. Nunca llegó a ser fiscal suprema. En una entrevista reciente con El Comercio se declara como una de las víctimas de “Los Cuellos Blancos”.

Y es que la corrupción produce víctimas. No siempre se piensa sus consecuencias en esos términos. El contratista que es desplazado de obtener una obra pública por una coima es una víctima. Fruto de esa corrupción serán víctimas también los vecinos a los cuales se les inunden las casas cuando la tubería defectuosa colapse o los muertos y heridos generados por una pista mal diseñada. En “Corrupción y Derechos Humanos”, la CIDH explica que la corrupción deja víctimas directas e indirectas. Impide realizar derechos generando obstáculos de acceso, y contribuye de forma más general a las violaciones, disminuyendo los recursos para la supervisión y prestación, afectando la cantidad y calidad de los servicios públicos.

Felizmente, la historia reivindicó a la doctora Ibáñez. En el 2017, fue elegida jueza de la Corte Penal Internacional por los estados parte. Un alto honor y reconocimiento ya que se trata del tribunal competente para juzgar los delitos internacionales más graves como el genocidio o los crímenes de lesa humanidad. Para la ciudadanía, sin embargo, el final feliz aún está lejos. El CNM no solo evitó que tuviéramos una estupenda fiscal suprema, sino que sistemáticamente nos privó de tener un mejor servicio de justicia. Cual reparación colectiva, corresponde que la Junta Nacional de Justicia tome acciones para brindárnoslo.

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