Es cierto que el camino de la esterilización no será tarea fácil, sin embargo, es lo que ha reducido drásticamente el número de animales en situación de calle
Es cierto que el camino de la esterilización no será tarea fácil, sin embargo, es lo que ha reducido drásticamente el número de animales en situación de calle

Boby, era el perrito de mi cuadra, la mascota de nadie y de todos que algunos vecinos alimentábamos y cuidábamos con esmero porque teníamos varios animales en casa y ya no entraba uno más. El que me recibía contento cada noche, cuando llegaba de estudiar o del trabajo cansada. Siempre feliz pero, sobre todo, agradecido porque nunca dejamos que pasará hambre. Su carita era capaz de arreglar por completo mi día.

Una tarde, de esas que nunca se olvidan, encontré a Boby tumbado en la vereda, con temblores en todo el cuerpo y un llanto desesperado de dolor. Yo llevaba bastante tiempo rescatando animales y con horror reconocí el cuadro: alguien envenenó a Boby con estricnina. Intenté trasladarlo a una veterinaria pero el taxista me bajó de su auto “porque no quería problemas”.

Al verme sola y sin ayuda (la gente en la calle nos miraba y pasaba de largo) entendí que mi única opción era abrazarlo para que no muriera solo. Boby cerró los ojos para siempre en mis brazos y lo recuerdo como si hubiera sido ayer.

La estricnina que mató a Boby, es el mismo producto que se usa en las perreras de las direcciones regionales de salud para sacrificar a los pobres animales sin casa o que son capturados porque se sospecha que tienen rabia. Sé perfectamente lo que sufren y es indescriptible.

Ese episodio con Boby me llevó a involucrarme al 100% en sacar adelante la “Ley 4 patas” hace algunos años. Solo quienes trabajamos en ese objetivo sabemos todas las amanecidas, portazos en la cara, burlas y trabajo duro que pasamos, pero lo logramos y se convirtió en ley. La principal política de salud pública para controlar la zoonosis (rabia, entre otras enfermedades) ya no sería más el sacrificio de inocentes en las perreras, sino esterilizarlos. No solo es ético y más barato que matar, sino que además funciona para reducir la sobrepoblación de perros y gatos y varios países ya lo hacen con cifras que indican que es el camino correcto: capturar, esterilizar y retornar (TNR, por sus siglas en inglés).

Lamentablemente el Ministerio de Salud le está dando la espalda a los animales que se busca beneficiar con esta norma planteando, en la propuesta de reglamento, que solo se esterilice a aquellos registrados por municipalidades. Sorprende que la ministra Rosa Gutiérrez no esté consciente de que los animales identificados son la minoría y muchos de ellos ya están castrados. Sorprende y decepciona aún más que todos sepamos que los perros y gatos que más padecen en el país son, precisamente los que no tienen hogar, pero el MINSA pretende dejarlos fuera. Es cierto que el camino de la esterilización no será tarea fácil, sin embargo, es lo que ha reducido drásticamente el número de animales en situación de calle. En algún momento hay que empezar a abordar este problema de salud pública.

En todo el mundo las cosas, las personas y las instituciones están cambiando. El padre Omar Buenaventura recibe (sin decir nunca que no) a niños, ancianos y hasta recién nacidos, para darles una segunda oportunidad; los voluntarios del Banco de Alimentos trabajarán todo el feriado para seguir recolectando ayuda para las víctimas de las lluvias en el norte; y en otro lado del Perú activistas por los animales veganos cambian de estrategia, visibilizando con éxito los beneficios de la carne 100% vegetariana (según un estudio del Boston Consulting Group más del 30% de consumidores de proteína convencional optarían por proteínas alternativas para tener un impacto climático positivo).

El mundo realmente está cambiando. Señores del MINSA, ustedes no pueden ser la excepción. No nos hagan retroceder.

Las personas que defendemos a los animales trabajamos para que no existan más perros y gatos que son golpeados, abusados o mendigan comida. Lo hacemos sin descanso, a pesar de que no recibimos nada a cambio porque sentimos que es nuestro deber moral, nuestro aporte para mejorar en algo el mundo.

Nunca nos cansaremos de hablar fuerte y claro, en toda oportunidad que tengamos, para que está ley se implemente cómo fue concebida y sabemos que no estamos solos. Cada persona que comparte este tipo de llamados, nos ayuda a darle voz a los animales.

Por todos los Boby que hay en cada esquina y no estarán para cuando se implemente la Ley 4 Patas, por esos que mueren solos y en silencio en alguna calle del Perú.

Seguiremos.

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