"La gente no siempre hace un vínculo entre lo que hace y el impacto que tienen sus decisiones en los demás", advierte. (Foto: GEC)
"La gente no siempre hace un vínculo entre lo que hace y el impacto que tienen sus decisiones en los demás", advierte. (Foto: GEC)

El psicoterapeuta y psicólogo Roberto Lerner nos enseña en esta entrevista –con buen humor y no menos optimismo– cómo de los momentos de crisis también podemos sacar lecciones positivas y mejorar nuestra interacción social.

¿Cree que el paso del genere cambios duraderos en la manera cómo nos comportamos como sociedad?

Dependerá de cuánto dure y cuánto golpee a las personas o sobrecargue los servicios de salud. En términos generales lo veremos como un antes y un después, como un entendimiento de que hay maneras distintas de convivir, de divertirse, de producir, de trabajar. Como sociedad, esto es un deseo, ojalá nos integre más. Somos una sociedad fragmentada, desconfiada y muy recelosa de lo que plantean las autoridades. Quizás funcionar en una dirección más o menos única nos enseñe a cooperar más, a entender cuál es la relación entre las conductas individuales y el bienestar colectivo. En nuestro país, la gente no siempre hace un vínculo entre lo que yo hago, mis márgenes de maniobra, mi libertad y el impacto que mis decisiones tienen sobre el conjunto.

¿Mejorará nuestra conciencia cívica?

Sí, creo que es un aprendizaje que se está haciendo. Ahora, sigue habiendo este enfrentamiento entre las personas que tienden a pensar que no hay mucha relación entre lo individual y lo colectivo, que sienten que están en la categoría menos débil y dicen: ‘no me pasará nada’. Y también están quienes tienen una visión más colectiva y son más pesimistas. Siempre hay esas dos fuerzas que todos tenemos en el fondo, pero unos las personificamos más que otros, (…) hay que entender a ambos. En algunas circunstancias el primer grupo tiene la razón, y en otras, el segundo.

¿Cómo deberíamos manejar el stress o pánico que puede generar esta situación?

Es muy importante que las personas tengan, por un lado, la referencia paternal o maternal que dé un sentido de conducción. Lo que está pasando a nivel del gobierno es adecuado porque todos los días pasan información y se toman decisiones. Por otro lado, es muy importante que cada persona sepa qué controla y qué no, y que trate de controlar lo que sí controla y de no controlar lo que no controla. Por ejemplo, ¿qué controlo yo? El nivel de limpieza, el nivel de acatamiento de las normas, el aislamiento, el distanciamiento. Saber qué controlo baja la ansiedad. De otro lado, es importante que todos tengan una función, incluyendo los niños. Tú te encargas de este cuarto y tú de ayudar en la cocina. Sentir que todos tenemos una función baja la ansiedad en momentos de crisis.

¿Cree que el presidente Martín Vizcarra está asumiendo bien esa figura “paternal” de la que habla?

Sin ninguna duda. Estos días todos se reúnen y miran lo que tiene que decir el presidente, es algo inusual. Este trabajo tiene un valor desde el punto de vista psicológico, más allá de cualquier consideración política. Y estamos en el Perú, no estamos en Suecia. Hay cosas que saldrán bien y otras no, pero, en líneas generales, creo que sentir que hay alguien al mando es un elemento que ayuda.

Hay gente que está viviendo la cuarentena en total soledad. ¿Cómo sobrellevar esta situación?

Afortunadamente acá tenemos lo que se puede llamar el “sistema latino”, donde hay varias generaciones que conviven en una vivienda, y existe la importancia de la familia extensa. Esto genera redes de soporte en momentos de crisis. Pero las pocas personas a quienes esto las ha agarrado solas no la están pasando bien. Creo que los medios de comunicación deben tener un rol, no solo estar pasando información sobre la crisis, sino también ofrecer alternativas. También debemos apoyarnos en Internet para mantener contacto con otras personas. Acá haría una acotación: en el Perú hay gentes que viven vidas demasiado diferentes, que no tienen nada en común. No tenemos ningún batidor que nos obligue a “chocolatearnos”, como un servicio militar nacional. En estos casos, en estas crisis, tenemos que entender que cuando hacemos recomendaciones no es lo mismo hacerlas para personas que tienen seis habitaciones o las que tienen una habitación; personas que tienen al frente un parque o que viven en lugares tugurizados. Tenemos que ser tolerantes o inteligentes cuando hacemos recomendaciones.

La cuarentena ha reunido a las familias de manera inusualmente cercana. ¿Cómo se afectarán nuestras relaciones familiares?

Las estadísticas indican que la tasa de divorcios, incluso de depresión, baja en momentos de crisis o emergencia, pero probablemente después de la crisis va a haber un efecto distinto, porque en estos momentos nos damos cuenta de cosas que no notaríamos en tiempos normales. Creo que es muy importante, a pesar de todo, definir rutinas. Este no es un momento vacío, hay que llenarlo. Aún en lugares donde hay varias personas en un mismo sitio, definir qué le toca a quién y tratar de hacer horarios y definir actividades. No estar demasiado en posición horizontal, hacer tareas que requieran movimiento, tratar de mover el esqueleto. Y eso va desde bailar solo o en grupo, hasta cantar. Definitivamente no tiene que ser una cuestión anárquica o caótica. Si tuviera que escoger entre una organización un poco vertical y el caos, en este caso me iría por la primera.

PREGUNTAR Y ESCUCHAR

¿Cómo hablar con los niños de lo que está sucediendo en el mundo?

El punto número uno es preguntar y escuchar. Muchas veces los adultos ponemos al niño y le damos un discurso para que no se preocupe, y corremos el mismo riesgo de los padres que quieren hablar de sexo con sus chicos de 12 años, y el chico los mira y les dice: “Mira compare, yo ya me he leído dos veces el kamasutra”. En lugar de bombardearlos de información, hay que preguntarles qué piensan de lo que está pasando. Obviamente, de acuerdo a la edad del niño. Con uno de tres años se pueden hacer dramatizaciones con muñequitos, explicar lo que significa una enfermedad, el contagio y el hecho de que se puede separar por un tiempo a las personas. Sin embargo, con niños que ya verbalizan, lo primero que se les puede preguntar es: ¿qué sabe? Es probable que sepan más de lo que creemos. Además, escuchar qué sienten o temen, pero no burlarse ni decir que el niño es tonto por pensar eso. Aceptar lo que dicen. Luego, dar información, pero descriptiva: qué está pasando, cuáles son las cosas más preocupantes y qué es lo que estamos haciendo para evitarlo. Y si el niño tiene miedo, no decirle: “¿cómo se te ocurre? No va a pasar nada”. Sino, más bien, aceptar ese temor y darle alguna función. Yo creo que eso es vital. La función puede parecer mínima e insignificante, pero le da un significado de que también está ayudando. Los niños pueden, casi a todas las edades, encargarse de algunas cosas. Les baja la ansiedad.

El Ministerio de Educación está planeando dar clases a distancia si se amplía esta situación de emergencia. ¿Cuál debería ser el rol de los padres?

La educación a distancia implica que los padres también tomemos distancia, como cuando nuestros hijos van al colegio. Claro, van a tener un rol mucho más activo, pues en muchos casos tendrán que chequear cosas, ayudar al profesor en ciertas tareas, pero debemos saber que es un rol de apoyo, no debemos convertirnos en asistentes del profesor; eso es lo más negativo que puede ocurrir. Por lo tanto, debemos transferir responsabilidad al niño. En segundo lugar, los grupos de Whatsapp de mamás y papás los prohibiría, porque es casi una receta para la esquizofrenia. Tratemos de que la educación a distancia sea una cuestión del niño con sus compañeros y su profesor, y nosotros hacer una labor de apoyo. He visto algunos padres que, por encontrar algo en qué ocupar su tiempo en situaciones como esta, comienzan a acosar a los niños y esa no es una buena idea. Los niños deben tener autonomía, hay que dejar que ellos manejen esa responsabilidad.

Aunque nos impongamos rutinas inevitablemente tendremos más tiempo libre. ¿Cuál es una buena manera de ocuparlo?

Depende mucho de cada quien pero creo que algo que puede ayudar mucho es ordenar, reordenar, volver a lugares donde tenemos acumulados los objetos y darles un orden diferente. Descubrir cosas en el hogar que no habíamos notado. Por ejemplo, arreglar fotos; aquellos que todavía tenemos fotos a la antigua. Es una forma de contactarse con el antes, con los testimonios. Probablemente también contar el pasado, sobre todo cuando hay más de una generación. Volver a la fogata primitiva y contar.

¿Retomar proyectos postergados?

La verdad es que de esto difícilmente va a salir el libro que querías y no podías escribir. Dudo mucho que haya estudiantes que hagan la tesis que estaban pateando. No es tan sencillo porque es una situación tensa, no es que toda tu energía mental esté disponible para materializar grandes ideas. Si hay algo que define esta situación es la incertidumbre, y la mente humana no es muy buena frente a altos grados de incertidumbre. Y tengo una recomendación final: una persona me dijo que en su casa decidieron que solo se habla del coronavirus media hora al inicio del almuerzo y luego se acabó. El que habla más del tema debe lavar los platos. Tenemos que establecer cosas de ese tipo para no estar todo el tiempo en el tema aunque la tendencia de nuestra mente sea esa.

TENGA EN CUENTA

Roberto Lerner es psicólogo y psicoterapeuta de niños, adolescentes y familias. Además, es especialista en intervención en crisis y consultor en recursos humanos.

Es profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú y del colegio León Pinelo. Asimismo, es columnista de Perú21 (Espacio de Crianza).

Ha publicado varios libros y ganó el Premio Nacional de Psicología en 1993. Tiene estudios en la Universidad Católica de Nijmegen, Países Bajos; Instituto de Psicología, París V, La Sorbone y la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel.