Lo revelador de este destape de corrupción que involucra al Congreso y la en un tráfico de votos es que, al fin, tenemos las evidencias de lo que tanto se sospechaba y se escuchaba en los corrillos del Congreso, que había casi un centenar de congresistas que actúan como vulgares mercaderes traficando sus votos al mejor postor, un mercado persa instalado en el Congreso.

Y no exagero cuando sumamos a los llamados ‘Niños’, los ‘mochasueldos’ y los traficantes que pululan en el Congreso. Contabilizando a los que tienen procesos judiciales por ilícitos penales, nos damos con la ingrata sorpresa de que, más que congresistas, tendríamos presuntos delincuentes.

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Sumen en ese variopinto congresal a los parlamentarios que actuaron auspiciosamente para tumbarse reformas importantes, que evidentemente tenían otros intereses mercantilistas y hasta sibilinos, como fue la destrucción de la Sunedu, para beneficiar a las universidades “bambas”, la contrarreforma del transporte, para favorecer a colectiveros e inclusive las pretensiones de tumbarse figuras como la colaboración eficaz o la famosa Ley Soto, para generar impunidad.

Si es que no, recordemos los lobbys que se hicieron en función de intereses empresariales, como los casinos y las empresas de telecomunicaciones que les pagaban tours completos a países exóticos en el lejano oriente y que sin ningún desparpajo justificaban una infracción constitucional evidente, porque la ley establece taxativamente que los congresistas están prohibidos de recibir algún tipo dádiva como contraprestación de su labor congresal.

A estas alturas no es exagerar el hecho de cuestionar todas las acciones de este Congreso. Por eso es insostenible la permanencia de estos congresistas y se debería sancionar con el desafuero y ponerlos a disposición de la justicia, pero evidentemente esto significaría que se levanten los fueros, procedimiento que les compete a los congresistas. Entonces, es imposible que esto se dé. Además, tendrían que desaforar a más de la mitad de los parlamentarios corruptos, otro imposible, por lo que solo queda el adelanto de las elecciones, impulsado por presión ciudadana al exponer al país al peligro con estos impresentables.


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