Primeros auxilios psicológicos: Pequeños logros (GettyImages)
Primeros auxilios psicológicos: Pequeños logros (GettyImages)

Episodio 9

Los momentos de dificultad hacen que, muchas veces, percibamos lo que nos sucede como algo muy grande e inmanejable, y, muchas veces, realmente puede ser así. Al encontrarnos ante tal realidad, es muy común que sintamos muchísima ansiedad y depresión ya que podemos creer que no hay forma de resolver lo que sucede.

Si es esta la vivencia que experimentas en este momento, quiero ofrecerte un auxilio psicológico que denomino “descomposición”. Este, te será muy útil para afrontar muchas situaciones de alta complejidad y demanda emocional, o, incluso, física.

La descomposición sigue los siguientes tres pasos:

1. Parte el problema en pedazos.

No intentes resolver todo al mismo tiempo, pues, muy probablemente, será altamente demandante y difícil de conseguir. Puede pasar, incluso, que no puedas manejar la situación si excede tus recursos y capacidades del momento. Para ello: coge un lápiz y un papel y escribe allí las diferentes áreas o partes del problema. Al visualizarlas, será más fácil que puedas asimilar lo que podrías hacer.

2. Empieza siempre a resolver lo que sea más accesible.

Quizá has descompuesto la situación en partes, o, mejor aún, en pasos a seguir. En cualquiera de los dos escenarios, inicia con algo que sea potencialmente sencillo de resolver en el corto plazo. Deja de lado todo lo demás, incluso sabiendo que todo está relacionado. Al hacer esto, concéntrate solamente en el área que has elegido y trata de mantener tu atención en ello; de esta manera podrás también disminuir tu ansiedad.

3. Refuérzate por cada pequeño logro.

Cuando sufrimos de problemas de salud mental, cada pequeño logro es, en realidad, gigantesco. Al descomponer ese gran problema en partes, date el momento de sentir satisfacción de lo que hiciste a través de alguna conducta placentera que sabes que te puede dar alegría, pero, sobre todo, recuerda: lo estás haciendo bien.

Tener esa conversación era muy difícil para él, el sólo pensar en ello, hacía que le diera mucho temor y que no pudiera concentrarse. Por ello, decidió que debía ir por pasos, el primero: escribir un guion de lo que quería decir. No importaba si estaba completo o no, o si había errores en los que planteaba. El hecho era que podía tener control sobre lo que diría, y, con ello, sentir mayor tranquilidad. Cuando terminó la primera parte salió a caminar y ver el mar, algo que le encantaba y dibujaba, siempre, una sonrisa en sus labios.

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