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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Para empezar, debemos confesar que a esta altura del partido ya no tenemos duda de que el mandatario estaba al tanto de los privilegios que le estaban otorgando. De no ser así, estaríamos asumiendo que el control del gobierno por parte de Humala es tan laxo que todo ese tinglado a favor de Antauro se pudo armar sin que él estuviera enterado. Más aún, si ese fuera el caso en un tema del cual él es tan cercano, imagínense cuántas otras cosas se le estarán escapando.

Por otro lado, luego de que durante meses se venían reportando inaceptables privilegios para su hermano, el solo hecho de que no intervino ni intentó frenarlos ya es una indicación de que los estaba avalando. En un país donde abundan los sobones, solo basta una mínima señal de complicidad por parte del jefe de Estado para que la iniciativa sea asumida con entusiasmo por más de un funcionario.

Al final, el resultado de este escándalo va a ser costoso, no solo en términos de aprobación para Humala, sino también en la pérdida de credibilidad ante el electorado. El que hayan pillado a su gobierno favoreciendo a su hermano presidiario –que está condenado por haber intentado un golpe de Estado que terminó con cuatro policías asesinados– y dejando una huella de sinuosidad alrededor de la línea moral que debió haber trazado, no puede sino desprestigiarlo.

Al menos, este lamentable incidente está ocurriendo temprano en su mandato, por lo que Humala puede fácilmente enderezar el rumbo y empezar a caminar derecho en el caso de su hermano. De lo contrario, si ayer fue Chehade y hoy es Antauro, ¿qué podemos esperar mañana los peruanos?