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Redacción PERÚ21

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Fritz Du Bois,La opinión del directordirector@peru21.com

Así, presenciamos durante años discusiones interminables que nunca aterrizaban sobre las políticas que deberían implementarse. Incluso, ni bien algún programa social caminaba, como Foncodes, lo cambiaban ya que los esquemas temporales eran malos y lo importante era reformar al Estado.

Pero, como esto último nunca ocurría, tampoco se actuaba y, salvo Juntos, durante años los programas para reducir la pobreza han estado entrampados sin dar resultados. Hasta que, sin darnos cuenta, hemos descubierto el secreto de cómo hacerlo y se llama crecimiento.

En realidad, las cifras revisadas que ha publicado ayer el INEI para los últimos siete años muestran una reducción aún más espectacular de la que originalmente se había estimado. Entre el 2004 y el 2010, la pobreza cayó a la mitad, pasando del 58.5% al 30.8% de la población gracias a que, durante ese periodo, el país creció 6.9% al año. Con ello, Alan García ha quedado reivindicado.

Primera lección para los gobernantes: el piso de crecimiento es del 7% y no se puede dejar que caiga por debajo. Más aún, esa debería ser una condición para que los ministros de Economía se mantengan en el cargo.

Por otro lado, las cifras confirman que el beneficio ha sido generalizado aunque, en las ciudades, la reducción ha sido al doble de la velocidad que en las zonas rurales. Lo que indica que el mercado en la economía moderna está funcionando, mientras que el abandono de los pobres, en las alturas andinas, nos dice que el Estado ha fracasado.

Finalmente, estando a nueve años del bicentenario, deberíamos fijarnos la ambiciosa meta de llegar a esa fecha con no más del 10% de pobres entre los peruanos. Para poder lograrlo, hay que apretar el acelerador… y rápido.