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Redacción PERÚ21

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Enrique Castillo,Opina.21enrique castilloecastillo@peru21.com

Durante la gestión del anterior ministro de Relaciones Exteriores (RR.EE.), con mucha capacidad y muy buen manejo, la Cancillería peruana supo recuperarse de problemas –internos y externos– que la acompañaron desde los inicios del fujimorismo y que mellaron su capacidad y prestigio. El actual gobierno recibió un ministerio de RR.EE. que pudo exhibir, sin mucho aspaviento pero con mucho brillo, un trabajo eficiente y eficaz; y que se ganó el respeto de propios y extraños.

Lamentablemente, durante esta administración y bajo la gestión del actual canciller, se han producido muchos hechos (desafortunadas declaraciones del ministro en distintas ocasiones, extraños cambios e insólitos nombramientos en embajadas peruanas, una ley que polarizó Torre Tagle, un discutible concurso para consejeros comerciales, etc.) que han minado la unidad, institucionalidad, credibilidad y prestigio de la Cancillería. Esto debería servirle de lección al Gobierno para darse cuenta que con la diplomacia ni se juega ni se improvisa, y que solo un verdadero profesional en la materia puede ayudar al presidente a conducir adecuadamente la política exterior en un momento tan importante para las aspiraciones peruanas.

Censurar o destituir al actual canciller en este momento sería un error. El segundo comunicado inglés le extendió su estabilidad laboral.

Pero también sería un grave error si el Gobierno peruano: i) decide seguir contando con él una vez pasada esta coyuntura; ii) si nombra en su reemplazo a alguien sin amplia y probada experiencia en la materia; o iii) si sigue tratando de manejar y controlar la Cancillería a su antojo.