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Redacción PERÚ21

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Carlos Basombrío,Opina.21cbasombrio@peru21.com

El primer año, en el mejor de los casos, se podría calificar de regular. De otro lado, plantear la revocatoria no es una conspiración antidemocrática. Es un derecho ciudadano legalmente reglamentado.

Ahora bien, en mi opinión, no hay en este caso razones que justifiquen la revocatoria.

Como bien ha dicho Pablo Secada, regidor del PPC, esta tiene mucho sentido cuando se conjugan corrupción e incompetencia, lo que notoriamente no es el caso. Lo primero está ausente y, si bien el proceso de aprendizaje de la nueva administración ha sido excesivamente largo, es razonable pensar que en los próximos años podrán mostrar más resultados.

Pero, hoy por hoy, las encuestas y las redes sociales muestran que hay un gran descontento con Villarán, y allí está la base social en donde se sustenta la campaña de revocatoria.

Esa gente debe estar alerta a que su legítimo derecho a protestar no termine siendo utilizado por políticos con agendas bastante conocidas. Me queda muy claro, por ejemplo, que Kouri o Castañeda, agazapados detrás de los promotores, tienen la propia y, no necesariamente, de las mejores.

Por último, hay que señalar que el proceso de revocatoria es complicado. Conseguir las firmas no les va a ser fácil, mucho menos ganar el 50% de los votos válidos.

Es probable que, al final, Villarán no sea revocada. Pero el riesgo es que el proceso paralice por completo la gestión de la ciudad por dos años.

En esa medida, la gran obligación de Villarán es olvidarse por completo de la revocatoria (más aún de reelecciones) y concentrar todas sus energías en gobernar bien Lima. Está a tiempo.